la locura sabe mi nombre
y los féretros fueron calumniados:
la muerte es un retiro,
la muerte es una gárgola,
la muerte es la alfombra y turba necesaria,
pero yo
entonces
pregunto
por qué al primer disparo me saltaron los dientes
de leche,
por qué mi padre está muerto
y a salvo
y siento mĂos sus gusanos,
por qué me siguen comiendo,
dĂa a dĂa,
cada minuto,
por qué esta noche
los trenes huyen como leopardos,
no os entiendo,
la gente se muere
y no os atrevéis a cortar las calles,
no quemáis los contenedores,
no lanzáis piedras contra ellos,
no escapáis de los antidisturbios,
os odio, me dais asco,
quisiera meteros un cactus de carbĂłn
en lo más hondo de la boca
y que ardierais en la misma pira
con vuestras malditas biblias de cobardes,
queréis acostumbrarme a la muerte
pero la muerte
no es ninguna maestra,
no es ningĂşn telescopio,
la muerte no es un atlas,
no da sabidurĂa,
la muerte no da nada
más que miedo
silencio
soledad
y rabia.